La Galaxia de la Vía Láctea,
es la galaxia espiral en la que se encuentra el Sistema Solar y, por supuesto,
la Tierra. Según las observaciones, posee una masa de 1.012 masas solares y es
una espiral barrada. Su diámetro medio se estima en unos 100.000 años luz,
equivalentes a casi 1 trillón de km ó 6.320 millones de Unidades Astronómicas.
Se calcula que contiene entre 200.000 millones y 400.000 millones de estrellas.
La distancia desde el Sol
hasta el centro de la galaxia es de alrededor de 27.700 años luz, es decir, el
55 % del radio total galáctico. La Vía Láctea forma parte de un conjunto
de unas cuarenta galaxias llamado Grupo Local, y es la segunda más grande y
brillante tras la Galaxia de Andrómeda (aunque puede ser la más masiva, al
mostrar un estudio reciente que nuestra galaxia es un 50% más masiva de lo que
se creía anteriormente.
El nombre Vía Láctea proviene
de la mitología griega y en latín significa camino de leche. Esa es, en efecto,
la apariencia de la banda de luz que rodea el firmamento, y así lo afirma la
mitología griega, explicando que se trata de leche derramada del pecho de la
diosa Hera (Juno para los romanos). Rubens representa la leyenda en su obra “El
nacimiento de la Vía Láctea”. Sin embargo, ya en la Antigua Grecia, el
astrónomo Demócrito, sugirió que aquel haz blanco en el cielo era en realidad
un conglomerado de muchísimas estrellas demasiado tenues individualmente como
para ser reconocidas a simple vista. Su idea, no obstante, no halla respaldo
hasta 1.609 d. C. cuando el astrónomo Italiano Galileo Galilei hace
uso del telescopio y constata que Demócrito estaba en lo cierto, ya que adonde
quiera que mirase, aquel se encontraba lleno de estrellas.

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